Cuando se siente el POP como lo hace Alex, cuando se entiende que el legado de un pasado ha sido eso, un pasado, con un pretérito de acordes, es cuando surge una de las bandas de POP nacional que alimentan este pequeño orgullo envasado en una botella que deriva hacia los terrenos más confortables de las melodías.
Ayer, esa deriva no tuvo rumbo con una brújula que se movía a ritmo de los cuatro puntos cardinales que fijaron, sobre el escenario de
Un concierto que recorrió algunos de sus temas de un repertorio donde, cada vez más, se complica la tarea de asumir el descarte de maravillosas canciones. A mí, desde luego, me resultaría harto complicado escoger sabiendo, como me suele pasar, que siempre se quedan canciones que me hubiera gustado escuchar y cantar como si el mundo fuera a cerrar sus puertas al final del concierto.
También se dejaron algunas pinceladas que muestran a las claras la influencia que marca la batuta de COOPER. De ahí que no resultara nada extraño escuchar versiones de Evan Dando (The Lemonheads), The Beatles, y Elvis Costello. Con un resultado que parece que hubieran estado en barrica de roble americano durante un lustro.
Hay que admitir, además, que en esta apartada orilla, no tocamos fondo, ya que las exigencias del paladar musical nos llevan a un caudal que a veces se desborda con escabrosas y complejas disquisiciones sobre el “abc” de la calidad incuestionable.
La vida tiene esas distancias que a veces parecen dibujar un horizonte tan lejano como nuestra vista para disfrutar de las cosas que tenemos bien cerca. Es fabuloso recorrer esa distancia si en el tránsito te paras un momento, y comprendes que el placer se ofrece al alcance de tu mano.
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